Pasividad, desgana, cansancio, síntomas de depresión y ansiedad. Veamos que no todo es como aparenta y aprendamos cómo vencer la pasividad.
El premio Nobel de literatura Camilo José Cela decía de sí mismo que era un vago reconocido y, para vencer esta cualidad utilizaba una técnica que le distinguía de los demás artistas: él no esperaba a que la musa de la inspiración le bendijera con una idea extraordinaria, por el contrario se levantaba todos los días y escribía un mínimo de 5 hojas, si al día siguiente cuando releía veía que no tenían la calidad necesaria, simplemente las destruía y volvía a comenzar. Según él, si se hubiera quedado esperando el toque de la inspiración jamás hubiera escrito nada.
Cuando padecemos depresión o ansiedad, cuando estamos bajo los síntomas de depresión y ansiedad, una de las primeras cosas que debemos aprender es que permanecer recogidos e inapetentes no hará otra cosa sino aumentar nuestro estado.
Los humanos - salvo honrosas excepciones - somos vagos por naturaleza, tendemos a la inactividad. Cuando estamos sufriendo un trastorno de depresión o uno de ansiedad, esta "vaguería" se incrementa y se justifica por los dolores, el mareo, el cansancio y síntomas similares que tienen por costumbre acompañar estos trastornos. Así las personas que padecemos síntomas de depresión y/o sanidad tendremos que hacer un esfuerzo adicional para vencer la pasividad, algo que resultará más fácil con una serie de consejos.
Tenemos la costumbre de auto-justificarnos con razonamientos del estilo:
Como decíamos en la introducción de este artículo, aunque todos (en mayor o menor medida) debemos encontrar la manera de vencer nuestro inmovilismo natural, las personas que padecemos de trastorno depresivo o de ansiedad tendremos que realizar un esfuerzo adicional para vencer la pasividad y, para ello, van a ser de gran utilidad las siguientes,
Si recordamos cómo estabamos antes de padecer nuestro trastorno, es relativamente fácil asociar los momentos de actividad con chispas, sucesos energéticos, detonantes en definitiva de nuestra puesta en marcha. Para vencer la pasividad debemos encontrar esos detonantes que nos activen y no permitan avanzar.
Resumiendo:
En muchas ocasiones la pasividad no está tan motivada por el cansancio que tenemos sino por la falta de motivación.
Cuando padecemos de trastornos depresivos o ansiosos, tenemos una dificultad añadida a vencer esta pasividad, una dificultad que es engañosa: si buscando recargar energía, dejamos de hacer cosas, esta misma apatía repercute en nuestro trastorno y nos produce menos energía aún.
Vencer la pasividad será la solución y, para ello, hemos visto una serie de estrategias que resultan de utilidad. Cuando antes comencemos a hacer cosas, antes venceremos la pasividad y, al vencerlo encontraremos que la próxima vez nos resultará más fácil.
Notas:
Si te gusta el artículo, no dudes en compartirlo por twitter, facebook o recomendarlo en Google. Nos estarás ayudando a mejorar.
Tus dudas o comentarios serán bien recibidos.
El premio Nobel de literatura Camilo José Cela decía de sí mismo que era un vago reconocido y, para vencer esta cualidad utilizaba una técnica que le distinguía de los demás artistas: él no esperaba a que la musa de la inspiración le bendijera con una idea extraordinaria, por el contrario se levantaba todos los días y escribía un mínimo de 5 hojas, si al día siguiente cuando releía veía que no tenían la calidad necesaria, simplemente las destruía y volvía a comenzar. Según él, si se hubiera quedado esperando el toque de la inspiración jamás hubiera escrito nada.
Cuando padecemos depresión o ansiedad, cuando estamos bajo los síntomas de depresión y ansiedad, una de las primeras cosas que debemos aprender es que permanecer recogidos e inapetentes no hará otra cosa sino aumentar nuestro estado.
Los humanos - salvo honrosas excepciones - somos vagos por naturaleza, tendemos a la inactividad. Cuando estamos sufriendo un trastorno de depresión o uno de ansiedad, esta "vaguería" se incrementa y se justifica por los dolores, el mareo, el cansancio y síntomas similares que tienen por costumbre acompañar estos trastornos. Así las personas que padecemos síntomas de depresión y/o sanidad tendremos que hacer un esfuerzo adicional para vencer la pasividad, algo que resultará más fácil con una serie de consejos.
Tenemos la costumbre de auto-justificarnos con razonamientos del estilo:
- No tengo ganas y voy a esperar a ver si me apetece.
Este razonamiento no nos convence ni a nosotros mismos, sabemos que no tenemos ganas y que, probablemente - por no decir a ciencia cierta -, estas ganas no van a llegar.
Algo que va en contra de nuestro razonamiento es que, normalmente, las ganas de hacer algo funcionan al revés de como se plantea, cuando menos hacemos menos nos apetece y cuanto más hacemos, más ganas tenemos. - Lo puedo hacer más tarde.
Lo puedo hacer más tarde, o no quiero ahora pero luego quiera o no lo haré, etc., estos razonamientos no aportan nada, aplazar lo inevitable no hace que esto no ocurra y, por tanto, lo mejor es no aplazar nada y actuar en el momento. Puede resultar costoso al principio pero resulta sorprendentemente gratificante cuando nos damos cuenta que aquello que esquivábamos ya está hecho. - Ahora no es el momento.
Puede que tengamos razón en alguna ocasión pero normalmente sabremos que no vamos por un razonamiento adecuado cuando no sepamos responder a la cuestión de ¿cuándo será ese momento?. Normalmente estamos escondiendo bajo la prudencia lo que, en realidad, es puro miedo. Tenemos que luchar contra ese miedo (sin ser temerarios). - Demasiado difícil para mí.
Esta afirmación esconde el mismo miedo: puede ocurrir que ya lo hayas intentado y fracasaste, esto de lo único que te informa es de qué debes cambiar y si nunca lo has intentado, no tienes argumentos para defender que sea demasiado para ti que no sean el propio miedo anticipatorio. Recordemos, si no lo intentamos no sabemos si podemos.
Como decíamos en la introducción de este artículo, aunque todos (en mayor o menor medida) debemos encontrar la manera de vencer nuestro inmovilismo natural, las personas que padecemos de trastorno depresivo o de ansiedad tendremos que realizar un esfuerzo adicional para vencer la pasividad y, para ello, van a ser de gran utilidad las siguientes,
Vencer la Pasividad: 5 estrategias
Si recordamos cómo estabamos antes de padecer nuestro trastorno, es relativamente fácil asociar los momentos de actividad con chispas, sucesos energéticos, detonantes en definitiva de nuestra puesta en marcha. Para vencer la pasividad debemos encontrar esos detonantes que nos activen y no permitan avanzar.
- Cambio.
La rutina, la monotonía, hacer siempre lo mismo conducen por si mismas al cansancio y la apatía. La primera estrategia será introducir cambios en esa rutina para encontrarnos con situaciones nuevas que nos despierten – para hacerlo bastará con pequeños cambios, por ejemplo: exploremos nuevos caminos para ir al trabajo, algunos serán más largos pero descubriremos nuevos edificios, tiendas, etc., otros sencillamente no nos resultarán útiles, etc. En realidad lo importante es volver a despertar nuestra curiosidad. - Pacto escrito.
Sigue siendo sorprendente la capacidad de compromiso que se obtiene sólo con plasmar por escrito aquello que nos proponemos. Con sólo realizar una lista con aquellas cosas que pretendes hacer en el día e ir anotando su nivel de ejecución, se consigue un nivel de auto-compromiso, de compromiso con uno mismo que nos empuja a cumplir lo propuesto. - Priorización.
Establecer una gran lista inabarcable no es precisamente la mejor estrategia a utilizar. Primero debemos ser conscientes de qué tareas podemos abarcar (forzando un poco), luego deberemos establecer una prioridad en ellas: cuales son las más importantes y así, si dejamos algo por hacer, será de lo menos importante.
Nota: Aunque esto debe ser valorado, resulta conveniente comenzar por aquellas tareas que menos nos agradan, para suavizar el resto de la jornada. - Palabra talismán.
Esta estrategia está sacara directamente de los deportistas, quienes llevan mucho tiempo poniéndola en práctica con muy buenos resultados. En momentos de decaimiento, cuanto las cosas se ponen difíciles, se auto-animan, se insuflan energías adicionales recurriendo al grito de esta palabra.(¿recordamos el famoso ¡vamos! de cierto tenista español). - ¡Premio!
Exacto debemos aprender a valorar nuestros esfuerzos y, para ello, nada mejor que recompensarnos por los mismos. En este contexto estos premios serán cualquier cosa que nos satisfaga, algo que nos motive a continuar – no tiene porqué ser un capricho material (la economía no siempre lo permite) pero hay otras cosas que puedes regalarte que te gustarán y te motivaran (un baño caliente, retrasar la hora de levantarte 15 minutos, etc.)
Resumiendo:
En muchas ocasiones la pasividad no está tan motivada por el cansancio que tenemos sino por la falta de motivación.
Cuando padecemos de trastornos depresivos o ansiosos, tenemos una dificultad añadida a vencer esta pasividad, una dificultad que es engañosa: si buscando recargar energía, dejamos de hacer cosas, esta misma apatía repercute en nuestro trastorno y nos produce menos energía aún.
Vencer la pasividad será la solución y, para ello, hemos visto una serie de estrategias que resultan de utilidad. Cuando antes comencemos a hacer cosas, antes venceremos la pasividad y, al vencerlo encontraremos que la próxima vez nos resultará más fácil.
Notas:
Si te gusta el artículo, no dudes en compartirlo por twitter, facebook o recomendarlo en Google. Nos estarás ayudando a mejorar.
Tus dudas o comentarios serán bien recibidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario