Desdramatizar. No te sientas insultado, sabemos de lo importante de tú trauma y de si estás así es porque no puedes evitarlo. Este artículo es para aprender a comenzar a cambiar el enfoque.
Cuando padecemos de un trastorno del ánimo (en concreto - en esta bitácora - de trastorno de depresión o de ansiedad), es posible - de hecho frecuente - que no sepamos aquello que es el origen de nuestra dolencia. Para algunos - aparentemente - esto no es ningún problema, conocen perfectamente que es aquello que les ha conducido a su situación actual, otros podemos tener más problemas. Aún así, tras escucharnos durante un tiempo con cierta atención, sí hemos aprendido que existen causas, sucesos, momentos, que nos predisponen o hacen que nuestros síntomas se disparen.
La idea sobre la que versa este artículo es que:"Si le quitamos importancia a las cosas, esta deja de tenerla".
Volvemos a insistir que no estamos intentando decir que aquello que te acontece no tiene importancia, no intentamos decir que pensamos que tú respuesta es irracional y/o desproporcionada para aquello que te preocupa, no intentamos atacarte ni menospreciar el esfuerzo y el sufrimiento al que estás sometido con tu depresión o con tu ansiedad. Sabemos que estas aquí para curar tu depresión, para combatir la ansiedad pues eres consciente de cómo estas te están robando la existencia y te tienen sumido en un sufrimiento casi inhumano.
Debemos hacer un esfuerzo para entender que este no es un ataque e intentar entender aquello que intentamos mostrar como una realidad empírica, demostrada para todas aquellas personas que no padecen de nuestro trastorno de depresión o de ansiedad y que, aunque nuestra dolencia nos hace especialmente sensibles y nos predispone a negar su verdad, la realidad es que también es aplicable a nosotros los deprimidos o los ansiosos.
La importancia que tienen las cosas para nosotros depende en gran medida del foco que pongamos en ella.
Aunque padezcamos de depresión o de ansiedad no somos distintos a los demás. Si nos fijamos en los medios de comunicación, no es difícil detectar cómo explotan esta realidad: cuando quieren darle importancia a algo no paran de tratar de ello y, cuando quieren que nuestra atención se despiste de algún tema, simplemente dejan de hablar de ello. No hablar de algo, no tratar algo, no hace que desaparezca, pero sí que pierda intensidad.
En realidad es como un autoengaño, un despiste de nuestro centro de atención. No somos ilusos, no buscamos que el problema se resuelva por sí solo. El planteamiento que va a resultarnos de gran utilidad para superar nuestro trastorno de depresión o el de ansiedad es el alejarnos del foco que incrementa nuestra dolencia con una doble intención: por una parte al no alimentarlo, conseguiremos una mejor calidad de vida y, por otra, al tener un distanciamiento y una especie de "descanso", estaremos en mejores condiciones para afrontar las cosas con mayor objetividad.
Sabemos que una cosa es plantear la situación y otra es aplicarla, así que veamos unos pasos
Los trastornos de depresión y ansiedad son trastornos que afectan a nuestro cuerpo físico y a la manera que tenemos de percibir la realidad. Nuestra mente tiene ahora una manera de percibir e interpretar las cosas que no es correcta. Pasado, presente y futuro son evaluados sin la mínima objetividad que requieren y nos producen daño.
Para curar nuestra dolencia, para curar la depresión y/o superar la ansiedad, debemos aprender a distanciar los pensamientos negativos, debemos aprender a relativizar el efecto de aquello que nos preocupa. No hablamos de mentirnos, hablamos de tratarnos con la misma justicia con la que trataríamos a cualquier otra persona.
Surprise! - By Tetsumo |
La idea sobre la que versa este artículo es que:"Si le quitamos importancia a las cosas, esta deja de tenerla".
Volvemos a insistir que no estamos intentando decir que aquello que te acontece no tiene importancia, no intentamos decir que pensamos que tú respuesta es irracional y/o desproporcionada para aquello que te preocupa, no intentamos atacarte ni menospreciar el esfuerzo y el sufrimiento al que estás sometido con tu depresión o con tu ansiedad. Sabemos que estas aquí para curar tu depresión, para combatir la ansiedad pues eres consciente de cómo estas te están robando la existencia y te tienen sumido en un sufrimiento casi inhumano.
Debemos hacer un esfuerzo para entender que este no es un ataque e intentar entender aquello que intentamos mostrar como una realidad empírica, demostrada para todas aquellas personas que no padecen de nuestro trastorno de depresión o de ansiedad y que, aunque nuestra dolencia nos hace especialmente sensibles y nos predispone a negar su verdad, la realidad es que también es aplicable a nosotros los deprimidos o los ansiosos.
La importancia que tienen las cosas para nosotros depende en gran medida del foco que pongamos en ella.
Aunque padezcamos de depresión o de ansiedad no somos distintos a los demás. Si nos fijamos en los medios de comunicación, no es difícil detectar cómo explotan esta realidad: cuando quieren darle importancia a algo no paran de tratar de ello y, cuando quieren que nuestra atención se despiste de algún tema, simplemente dejan de hablar de ello. No hablar de algo, no tratar algo, no hace que desaparezca, pero sí que pierda intensidad.
En realidad es como un autoengaño, un despiste de nuestro centro de atención. No somos ilusos, no buscamos que el problema se resuelva por sí solo. El planteamiento que va a resultarnos de gran utilidad para superar nuestro trastorno de depresión o el de ansiedad es el alejarnos del foco que incrementa nuestra dolencia con una doble intención: por una parte al no alimentarlo, conseguiremos una mejor calidad de vida y, por otra, al tener un distanciamiento y una especie de "descanso", estaremos en mejores condiciones para afrontar las cosas con mayor objetividad.
Sabemos que una cosa es plantear la situación y otra es aplicarla, así que veamos unos pasos
Para quitar importancia a la depresión o la ansiedad
- Dejar de analizarnos.
Cuando te hace daño una muela, todos tenemos una tendencia natural a tocar con la lengua la zona dolorida. Sabemos que al hacerlo nuestro dolor aumenta, pero la lengua es indiscreta y, aunque queramos que se esté quieta, vuelve y vuelve a la zona dolorida, no dejando que se tranquilice la zona.
De la misma forma, cuando algo nos preocupa, no paramos de insistir en ello. Como tenemos un trastorno de depresión o ansiedad, no dejamos que nuestra mente piense en otra cosa que en aquello que nos preocupa.
Si tenemos un acontecimiento (bien del pasado o bien del futuro) que nos oprime o nos asusta, no dejamos de recrearlo en nuestra imaginación, haciéndolo presente: Conseguimos que algo que ya ha pasado (y sobre lo que no podemos actuar) o algo que aún no ha pasado (en el mejor de los casos sólo disponemos de cierto control) se apodere completamente del presente. Estamos alimentando y creciendo ese sufrimiento.
La idea está en dejar de estar pendientes de cómo nos sentimos. Tenemos sensaciones de mareo, angustia, dolores, hormigueos, etc. sabemos que es difícil pero la idea está en centrar nuestra atención en otra cosa y no preocuparnos tanto de cómo estamos.
- Tomar distancia.
De la misma manera que todos conocemos a personas que no nos resultan beneficiosas, personas que nos resultan pesadas, cansinas, entristecedoras, obsesivas, mal educadas, etc. y nuestro instinto es el de alejarlas de nuestro lado por la mala influencia que ejercen, nosotros ahora somos nuestro principal enemigo.
Nuestra mente - de una manera que, aparentemente, no podemos controlar - insiste en llevarnos a pensamientos que no nos resultan beneficiosos. Para contrarrestar este circulo debemos obligar a la mente a pensar en otras cosas, incapacitarla para realizar esa labor perniciosa para nuestra depresión o ansiedad, despistándola, haciendo que se centre en otras cosas que resulten mas gratas y, sobre todo, que no pueda centrarse en aumentar nuestra preocupación.
- Dialogo interno positivo.
Una técnica (que no vamos a analizar ahora) indica que cada mañana al levantarnos y después de lavarnos la cara debemos mirarnos al espejo y repetirnos varias veces una simple frase de auto-afirmación (ejemplo: Yo xxx, cada día estoy mejor y estoy aprendiendo a manejar xxx). Algunas personas defienden que este ritual de auto-convencimiento es beneficioso y ayuda en el proceso de curación de la depresión y/o la ansiedad al abrir una vía de comunicación de nuestro consciente con nuestro inconsciente.
Como hemos dicho, no vamos a entrar a analizar qué hay de cierto en esta técnica sino que vamos a prestar atención a que las recriminaciones a que solemos someternos no nos resultan beneficiosas.
Tenemos la tendencia a considerarnos los únicos culpables cuando las cosas no salen como creemos que tenían que haber salido, tendemos a castigarnos y hacernos responsables aunque - en realidad - nuestra capacidad de influencia suela ser pequeña y para ello, sobre todo si tratamos de personas, neguemos que los demás son independientes y toman sus propias decisiones.
Tendemos a un monólogo injusto que nos resulta dañino. Somos nosotros quienes nos estamos diciendo que somos inútiles, que no podemos, que somos los culpables de todo, etc.
Por supuesto no estamos hablando de mentirnos, pero sí de ser justos con nosotros mismos. Por lo menos tan justos como somos con los demás. Si entendemos que los demás pueden cometer errores, se aceptamos que los demás pueden tener malos días o días bajos, si toleramos las impuntualidades de los demás, etc. ¿no es más justo que nos tratemos a nosotros como a ellos? .
Los trastornos de depresión y ansiedad son trastornos que afectan a nuestro cuerpo físico y a la manera que tenemos de percibir la realidad. Nuestra mente tiene ahora una manera de percibir e interpretar las cosas que no es correcta. Pasado, presente y futuro son evaluados sin la mínima objetividad que requieren y nos producen daño.
Para curar nuestra dolencia, para curar la depresión y/o superar la ansiedad, debemos aprender a distanciar los pensamientos negativos, debemos aprender a relativizar el efecto de aquello que nos preocupa. No hablamos de mentirnos, hablamos de tratarnos con la misma justicia con la que trataríamos a cualquier otra persona.